Manzana de presencia impecable, color rojo intenso, de
piel brillante y poco aromática.
A pesar de ser una fruta de temporada,
las podemos encontrar en el mercado todo el año.
Es
una queja generalizada que muchos productos agrícolas cada vez son más
insípidos y se conservan peor, aunque su tamaño y su aspecto hayan mejorado.
Parecería que se ha ganado en apariencia para perder en calidad real.
Éstas son las consecuencias más visibles de la aplicación masiva de productos
químicos a frutas, hortalizas y el engorde artificial de animales con
ellos. Pero sólo es la punta del iceberg. Por debajo, se hallan las consecuencias
que para la salud está teniendo la producción de alimentos con los métodos
de la agricultura industrial: muchos alimentos contienen residuos tóxicos
y otros van perdiendo parte de sus cualidades nutritivas..
El
empleo indiscriminado de plaguicidas está generando alteraciones ecológicas
aún insuficientemente calibradas. Sus principales peligros son:
1. Su creciente difusión en los sistemas acuático, terrestre y atmosférico.
2. Su capacidad de acumulación a lo largo de las cadenas alimentarias.
3. La toxicidad propia de cada compuesto químico
Hoy
día muchas manzanas son muy gordas pero no saben a nada o, a veces a
pesticidas. La mayoría de las cebollas han perdido parte de su magnesio
y muchos filetes de ternera pierden parte de su volumen, y por tanto
de sus proteínas, en cuanto se ponen en la sartén. Es como si se evaporase
su exceso de agua. Son las consecuencias del "engorde" artificial
o forzado.
La
calidad de los productos alimentarios no sólo depende de su aspecto
exterior - forma, tamaño, color...- sino también de su capacidad de
almacenamiento y, sobre todo de su valor biológico en proteínas, grasas,
hidratos de carbono, vitaminas y minerales y en la ausencia o en una
mínima concentración de sustancias nocivas para la salud, como aminoácidos
libres, nitratos o restos de plaguicidas. Es difícil encontrar hoy día
productos biológicamente puros al cien por cien, ya que, incluso aquéllos
cultivados con métodos ecológicos pueden tener restos de fumigaciones
de cultivos vecinos o por la contaminación atmosférica o de la lluvia
ácida, por ejemplo. Sin embargo, existen unos índices mínimos legislados
por debajo de los cuales se supone que no existe un riesgo apreciable
para la salud.
En
investigaciones realizadas, quedó demostrado que las hortalizas
abonadas con productos químicos, en comparación con las abonadas con
materia orgánica contenían:
- 23% menos de materia seca (menor valor nutritivo)
- 18% menos de proteínas
- 28% menos de vitamina C
- 19% menos de azúcares
- 23% menos de aminoácidos en proteínas
- 18% menos de potasio
- 10% menos de calcio
- 13% menos de fósforo
- 77% menos de hierro
El
mayor contenido en materia seca de las plantas cultivadas de forma ecológica
hace que pierdan menos peso y consistencia durante su conservación que
las cultivadas con los métodos de la agricultura industrial. En la conservación
de patatas, por ejemplo, la diferencia de pérdida oscila entre el 8
y el 18% más.
La
pérdida de valor nutritivo, medida en disminución de calorías, vitaminas,
hidratos de carbono y oligoelementos tiene también consecuencias indirectas
en la salud, sobre todo en la disminución de las defensas del organismo,
que tiene mayor propensión a sucumbir ante los virus y otros agentes
patógenos, al quedar debilitado el sistema inmunitario. Cada día es
más habitual que productos como la leche o las margarinas sean enriquecidos
con vitaminas C o D, para compensar las deficiencias generalizadas de
muchos alimentos. También es cada vez más frecuente que los consumidores
recurran a complejos vitamínicos vendidos en las farmacias o a la ingestión
de oligoelementos por vía de ampollas homeopáticas, para compensar el
deterioro progresivo de los alimentos, que van ganando en presentación
y comodidad de consumo y perdiendo en valores nutritivos.