miércoles, 28 de marzo de 2012

Las apariencias engañan

Manzana de presencia impecable, color rojo intenso, de piel brillante y poco aromática.
A pesar de ser una fruta de temporada, las podemos encontrar en el mercado todo el año.



Es una queja generalizada que muchos productos agrícolas cada vez son más insípidos y se conservan peor, aunque su tamaño y su aspecto hayan mejorado. Parecería que se ha ganado en apariencia para perder en calidad real. Éstas son las consecuencias más visibles de la aplicación masiva de productos químicos a frutas, hortalizas y el engorde artificial de animales con ellos. Pero sólo es la punta del iceberg. Por debajo, se hallan las consecuencias que para la salud está teniendo la producción de alimentos con los métodos de la agricultura industrial: muchos alimentos contienen residuos tóxicos y otros van perdiendo parte de sus cualidades nutritivas..
El empleo indiscriminado de plaguicidas está generando alteraciones ecológicas aún insuficientemente calibradas. Sus principales peligros son:
1. Su creciente difusión en los sistemas acuático, terrestre y atmosférico.
2. Su capacidad de acumulación a lo largo de las cadenas alimentarias.
3. La toxicidad propia de cada compuesto químico
 
Hoy día muchas manzanas son muy gordas pero no saben a nada o, a veces a pesticidas. La mayoría de las cebollas han perdido parte de su magnesio y muchos filetes de ternera pierden parte de su volumen, y por tanto de sus proteínas, en cuanto se ponen en la sartén. Es como si se evaporase su exceso de agua. Son las consecuencias del "engorde" artificial o forzado.
La calidad de los productos alimentarios no sólo depende de su aspecto exterior - forma, tamaño, color...- sino también de su capacidad de almacenamiento y, sobre todo de su valor biológico en proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales y en la ausencia o en una mínima concentración de sustancias nocivas para la salud, como aminoácidos libres, nitratos o restos de plaguicidas. Es difícil encontrar hoy día productos biológicamente puros al cien por cien, ya que, incluso aquéllos cultivados con métodos ecológicos pueden tener restos de fumigaciones de cultivos vecinos o por la contaminación atmosférica o de la lluvia ácida, por ejemplo. Sin embargo, existen unos índices mínimos legislados por debajo de los cuales se supone que no existe un riesgo apreciable para la salud.

En investigaciones realizadas, quedó demostrado que las hortalizas abonadas con productos químicos, en comparación con las abonadas con materia orgánica contenían:
  • 23% menos de materia seca (menor valor nutritivo)
  • 18% menos de proteínas
  • 28% menos de vitamina C
  • 19% menos de azúcares
  • 23% menos de aminoácidos en proteínas
  • 18% menos de potasio
  • 10% menos de calcio
  • 13% menos de fósforo
  • 77% menos de hierro
El mayor contenido en materia seca de las plantas cultivadas de forma ecológica hace que pierdan menos peso y consistencia durante su conservación que las cultivadas con los métodos de la agricultura industrial. En la conservación de patatas, por ejemplo, la diferencia de pérdida oscila entre el 8 y el 18% más.
La pérdida de valor nutritivo, medida en disminución de calorías, vitaminas, hidratos de carbono y oligoelementos tiene también consecuencias indirectas en la salud, sobre todo en la disminución de las defensas del organismo, que tiene mayor propensión a sucumbir ante los virus y otros agentes patógenos, al quedar debilitado el sistema inmunitario. Cada día es más habitual que productos como la leche o las margarinas sean enriquecidos con vitaminas C o D, para compensar las deficiencias generalizadas de muchos alimentos. También es cada vez más frecuente que los consumidores recurran a complejos vitamínicos vendidos en las farmacias o a la ingestión de oligoelementos por vía de ampollas homeopáticas, para compensar el deterioro progresivo de los alimentos, que van ganando en presentación y comodidad de consumo y perdiendo en valores nutritivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario